Quien no recuerda, cuando era niño, nuestros más mágicos aliados como una simple brújula con la que soñábamos que éramos piratas del Caribe al abordaje por el ancho mar. O un simple palo que usábamos como una espada, un rifle o como instrumento para tocar una batería imaginaría o juguete de nuestro fiel perro que era su más codiciado y preciado entretenimiento.
Las niñas con sus coletas atadas
con las gomas de colores, purpurinas con destellos de plata y oro, la comba el
hula hop, el juego de la rana, jugar con
unas tabas, y como olvidar ese simple balón o pelota de goma en el formato que
fuera. El tiempo es tan veloz como la
tecnología y apenas nos acostumbramos a sus avances. Ahora estamos en la era de internet, en la
que todos estamos conectados, estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos,
pero esa conexión también nos hace herméticos, podemos estar en una casa y
solicitar pulsando un solo botón y con
un simple “click” casi cualquier cosa, desde una pizza hasta comprar una casa.
Tenemos toda la información al alcance de la mano, pero debemos tener cuidado porque a veces más que informarnos nos desinformamos, no todo lo que hay en la red es cierto y toda la información va tan deprisa que apenas nos da tiempo a contrastarla ya que todo es demasiado fugaz. En el sector inmobiliario pasa exactamente igual, un día nos dicen que la vivienda sube, otros que baja y en apenas tiempo que se estabiliza, que los bancos no conceden hipotecas al día siguiente que las conceden y finalmente que darán hipotecas al 100%.
Sin duda son tiempos en que debemos buscar gente profesional y ponerles cara física, si bien es cierto que internet ayuda mucho como todas las aplicaciones y tecnologías, no deberíamos de olvidar que la máquina más maravillosa del mundo es nuestro cerebro y que los sentimientos con forma de corazón son los que mueven el mundo y hacen que avance todo y de la misma manera la falta de ambas cosas hacen que se ralentice todo. Por tanto alimentemos a nuestro cerebro y a nuestro corazón.